El 13 de enero de 2016, la Lotería Powerball repartió el mayor premio de su historia: 1500 millones de dólares. Hubo tres acertantes, procedentes de los estados de Florida, Tennessee y California. Desde un primer momento, la organización localizó la venta de uno de los boletos premiados en la tienda 7-Eleven de Chino Hills en el sur de California, sin embargo, el propietario de este boleto ha sido el último en aparecer.
Seis meses después, los diarios estadounidenses publican estos días que el tercer boleto ganador fue comprado por el matrimonio Martin y Mae Acosta y que la pareja ha optado por recibir su premio en efectivo: 327,8 millones de dólares, descontando impuestos. Compraron el boleto ganador en una oficina de Van Nuys, al norte de Los Ángeles, y han tardado todo este tiempo en presentarse a cobrarlo porque querían prepararse bien antes de ese golpe de suerte que les ha cambiado la vida.
El director de la Lotería de California, Hugo López, ha explicado que “les tomó seis meses para que vinieran a una de nuestras oficinas pero estos ganadores hicieron exactamente lo que le decimos a todos nuestros ganadores, que es lo que tienen que hacer: leer el manual de nuestro ganador y luego reunirse con un equipo de asesores legales y financieros para ayudarles a tomar la mayor parte de este golpe de suerte y prepararlos para su nueva vida como ganadores de la lotería”.
Piden privacidad para gestionar y disfrutar del premio
La pareja pidió privacidad cuando fueron a cobrar el premio el viernes pasado y aseguraron que “aunque muchas decisiones aún están por hacerse, hemos comprometido casi todo el recurso en un fideicomiso y en caridad”. Además, en lugar de entrevistas, lanzaron un comunicado:
“Si bien estamos agradecidos por los maravillosos deseos y ánimos que hemos recibido, no es nuestra intención volvernos figuras públicas y pedimos y apreciamos privacidad en el futuro. Gracias”, según el comunicado que los Acosta enviaron a representantes de Powerball.
Funcionarios de la lotería dijeron que, por ley, están obligados a ser identificados públicamente después de darse a conocer el ganador. Para ello, el matrimonio Acosta se prepararó el fin de semana. Sin embargo, el martes ya tenían las persianas de su casa en Glover cerradas y no parecía haber nadie en ella. María Franco, una de sus vecinas, dijo a los medios de comunicación que estaba muy feliz de por la familia aunque ella no los conoce muy bien.
Las repercusiones de un premio tan grande
La noche del 13 al 14 de enero, cientos de personas se reunieron a las afueras de la tienda 7-Eleven ubicada en la ciudad de Chino Hills, del condado de San Bernardino, para celebrar que uno de los tres boletos ganadores había caído en su localidad.
La fiebre por la lotería Powerball alcanzó a todos los sectores sociales, donde incluso la gente rica llegó a gastarse miles de dólares con el fin de hacerse con el premio mayor. En total, los californianos llegaron a gastarse más de 386 millones de dólares en boletos de lotería mientras crecía el bote del Powerball. Además, se generaron 150 millones de dólares para ayudas a escuelas públicas y el 7-Eleven consiguió un bono de 1 millón de dólares.