El 24 de abril de 1980 millones de espectadores veían en directo el sorteo de la lotería de Pensilvania en el programa de Papa Nick, sin saber que estaba teniendo lugar uno de los escándalos más grandes en la historia de la lotería de Estados Unidos.

Nick Perry era un conocido presentador de radio y de televisión que gracias a sus seguidores y admiradores se ganó el sobrenombre de Papa Nick. La productora en la que trabajaba Papa Nick ganó los derechos para retransmitir los sorteos en un nuevo programa y él fue elegido para presentarlo.

El sorteo de lotería que hacían era muy sencillo: los boletos tenían una combinación de tres dígitos y en tres ‘pistolas’ de pelotas de ping-pong se introducían las bolas numeradas. Luego las pelotas eran disparadas para extraer la combinación ganadora.

Cuando finalizaba el sorteo todo se guardaba bajo llave, por lo que la seguridad estaba controlada… Pero Papa Nick estudió los posibles fallos en el sistema de custodia, ya que tenía sus propios planes.

Así manipuló Papa Nick la lotería de Pensilvania.

Nick esgrimió un plan para manipular el sorteo: trucaría las bolas para que saliera una combinación en concreto.

Para ello necesitaría ayuda, por lo que recurrió a compañeros y amigos: Edward Plevel, un oficial de seguridad de la lotería que custodiaba la máquina y las bolas usadas en el sorteo; Joseph Bock, ex director de arte de la productora; Fred Luman, empleado del programa; y Peter, Jack y James Maragos, dos amigos de la infancia de Nick.

Bock y Luman se encargarían de replicar las bolas del sorteo y dar el cambiazo. Plevel haría la vista gorda en la seguridad cuando ellos cambiaran las bolas. Los Maragos comprarían boletos con la combinación que Nick haría que saliera en el sorteo por valor de 20 mil dólares.

Papa Nick

El día del sorteo todo estaba preparado para el golpe y salió como esperaban. Tenían más de 2.000 boletos con la combinación 6-6-6, que resultó ganadora esa noche. Durante los siguientes días estuvieron cobrando el valor de los premios de esos boletos.

Pero Tony Grosso, un gánster que se dedicaba a las apuestas ilegales y al que los Maragos habían comprado boletos del 6-6-6 supo qué estaba pasando, por lo que se negó a pagar a estos. Y fue él mismo quien denunció los hechos a la policía estatal y se inició una investigación.

Meses más tarde se inició un juicio penal contra ellos. Y aunque todos estuvieron involucrados, la justicia encontró a Perry y Plevel culpables de conspiración criminal, robo mediante engaño y manipulación de un concurso y fueron sentenciados a cumplir condena en una cárcel estatal.

Desde entonces, los sorteos de la lotería estatal de Pensilvania cuenta con un proceso de seguridad con videovigilancia las 24 horas, pelotas chip, auditores independientes y oficiales para la custodia de las máquinas y bolas.